Cuando visitamos Venecia, descubrimos que estábamos ante un gran escenario de infinitas posibilidades, rincones y ambientes llenos de historia que además, nos invitan a disfrutar la visita de una manera distinta.
Recuperando nuestra visita a Venecia
Al recuperar el borrador del viejo artículo perdido, y leer que Venecia había sido la causante de que echara en falta mi vieja cámara réflex, recordé que…
“… mi pequeña Dimage E50 de aquella época, me dejó conservar unos recuerdos, pero también ese “sin sabor” de que Venecia, fotográficamente, se merecía algo más.”
Es lo que hay. Y como no he repetido viaje, me quedo recordando esas sensaciones de estar inmersos en un pedacito de historia disfrutando con todos los sentidos, así que empezaré haciendo una pequeña composición de lugar.
Al norte del Adriático, en la llamada “Laguna de Venecia”, es donde se sitúa su centro histórico. En un pequeño grupo de islas que en su mayoría se encuentran conectadas a través de más de 400 puentes, constituyendo así un curioso entramado de canales y puentes de distinto tamaño, que le confiere ese carácter diferente, ese sello de identidad único que perdura en el tiempo y que hace que cuando pensemos sobre lo que representa, digamos…
Venecia, simplemente “ES” Venecia.
No sé si se debe a su curiosa y movida historia, porque empezó perteneciendo al imperio romano, pasó por ser una ciudad-estado independiente, estuvo bajo el control francés, después del austríaco, y terminó incorporándose a Italia en 1866. Aunque nos parezca raro, realmente, no hace tanto.
También podrían ser su situación geoestratégica y capacidad comercial las que la convirtieron en una gran potencia comercial y marítima. Recordemos que, junto a Génova y Pisa, fue uno de los principales puertos de entrada a Europa de las mercancías procedentes de la famosa Ruta de la Seda, de la que mucho se debe al veneciano Marco Polo ¿no?
Supongo que será por todo un poco. El hecho es que su propia historia e importancia comercial hicieron que se despertaran distintos intereses de unos y otros, haciendo de ella una ciudad muy dinámica propiciando que hubiera mucha gente “poderosa”, lo que derivó a su vez en el desarrollo de una arquitectura palaciega, y la presencia de muchos artistas “patrocinados por la gente pudiente”, que llegaron incluso a crear tendencia como en el caso de la pintura. La “Escuela veneciana” con maestros como Carpaccio, Bellini, Tintoretto o Canaletto, tuvo una enorme influencia en los artistas europeos haciendo que por ejemplo, se diera más valor a la luz y el color, que a los trazos que dominaban la pintura de la época.
En resumen. Este “carácter único” de Venecia, hizo que focalizáramos nuestra visita hacia lo puramente urbano, procurando callejear lo más posible fuera de los clásicos circuitos turísticos, aunque no por ello, dejamos de pasar por clásicos como la Piazza di San Marco y disfrutar de…
¡Recuerda! Clica en la fotografía para verla a mayor tamaño y en [ ] para pantalla completa.
… la Basílica di San Marco.
Una “obra maestra bizantina”, que empezó a construirse en el año 828 con el fin de albergar los restos del Evangelista San Marcos…
Unos restos, que fueron robados en Alejandría por unos navegantes italianos en el año 832, para llevarlos a la basílica.
Un edificio que a lo largo de su historia ha ido sufriendo reconstrucciones y/o ampliaciones, que le han añadido rasgos de diferente influencia. Por ejemplo, cuando tras el incendio del año 975, que fue reconstruida por arquitecticos de Constantinopla en el s. XI, o la inclusión del nártex en el s. XIII, o los gabletes y capiteles de influencia gótica en el s. XV.
Si a esto le añadimos el tributo que imponía la República de Venecia a los mercaderes que hacían negocio exitosos, establecido como un “regalo para embellecer San Marcos”, pues más variedad de estilos, detalles y materiales que observar.
Esculturas, relieves, los caballos de San Marcos traídos de Constantinopla, los impresionantes mosaicos …
… el emblemático Palazzo Ducale.
Sede del gobierno, la corte de justicia y cárcel de la Republica de Venecia, comenzó su historia erigiéndose sobre una vieja fortaleza entre los siglos X y XI con un estilo gótico “veneciano”, y que la acabó como un explendido museo en el s. XX.
… la Torre dell’Orlogio.
Una edificación renacentista que presenta en su primera planta un reloj astronómico de 4,5m de diámetro, construido entre 1496 y 1499. Sobre él, la Virgen con el Niño, delante de los cuales el día de La Ascensión pasan los Reyes Magos. La siguiente planta es para el León de San Marcos y para culminar la torre, la campana horaria tocada por dos figuras humanas de bronce conocidas como “los Moros”.
… o el Campanile di San Marco.
Una torre que con sus 99m servía en su primera versión (s. XII) como faro para los navegantes, y en su segunda (s. XVI) algo más alta, a varios menesteres dado que se le incorporaron cinco campanas de distinto tamaño y función.
La mayor de las cinco, conocida como Marangona, se utilizaba para indicar a los ciudadanos el inicio y final de su jornada laboral, y a los miembros del Gran Consejo el primer aviso de reunión. Las otras cuatro campanas, ya desaparecidas, tenían otras aplicaciones. Por ejemplo, se llamaba a los patricios al Palacio Ducal con la Trottiera, se avisaba de la llegada del medio día con la Novena, se anunciaba la reunión del Senado con la Mezza Terza y repicaban en las ejecuciones con la más pequeña, la Ranghiera.
¡Que no se me olvide! …
Y hablando de soportales, diría que se puede considerar -casi- de “obligada visita” la lujosa y antigua cafetería Florian que, si bien abrió sus puertas en 1720, aún conserva su ambiente añejo y lujoso, lo que hace del café, un momento especial.
Tan especial que, a falta de una fotografía por mi parte, bien se merece buscar una imagen publicable que permita hacerse una idea de lo que estamos hablando…
Lujoso y acogedor ¿verdad?
Se dice que fue el primer local que permitió la entrada a las mujeres en Venecia, y ellos mismos aseguran que si…
“Italia es el país más hermoso del mundo”,
“Venecia es la ciudad más hermosa de Italia”,
“Piazza San Marco es la plaza más hermosa de Venecia”,
“El Café Florian es el más hermoso de Piazza San Marco”,
“Por lo tanto, usted está tomando un café en el lugar más hermoso del mundo”.
…eso es que no conocen mi tierra.
Un puente que, lejos de ser algo romántico, surgió de la necesidad de trasladar a los reos desde el palacio, una vez condenados, hacia las nuevas prisiones construidas durante el s. XVII al otro lado del canal y bueno, las pequeñas ventanas del puente les permitían echar un último vistazo a “la libertad”. De ahí lo de “puente de los suspiros”.
Por cierto, concurrido el canal ¿no?
Obviamente son islas y debe haber embarcaciones, pero esta maraña de canales tan especial hace que encontremos embarcaciones muy peculiares como los taxis,
el Vaporetto -transporte público entre islas y principales canales de Venecia-,
el Alilaguna -transporte público de más largo recorrido dentro de la laguna-,
servicios públicos como ambulancias, bomberos o policía,
mercaderes ambulantes,
embarcaciones privadas de distintos tipos y tamaños,
y cómo no, la espléndida Góndola que todos los que visitamos Venecia esperamos ver por sus canales.
Aunque hay cierta duda sobre el origen de la góndola; Italia, Turquía, Grecia o Malta se lo disputan, es indudable que las venecianas son espectaculares y que antaño, allá por el s. XVI, debió ser la bomba porque al parecer cada uno la decoraba con la ostentosidad que se podía permitir y como todos querían ser más que el otro, nos lo podemos imaginar.
Se trató de un comportamiento, que el gobierno italiano cortó ordenando que todas se pintasen de negro, así que las 9.000 contabilizadas en el siglo XVII, y las 1.000 de nuestros días, todas negras.
Afortunadamente en 2021 se prohibió el paso de buques superiores a 40.000 toneladas para “proteger el patrimonio cultural, artístico y medioambiental de la ciudad de los canales.” Aunque han tardado, han empezado a tomar medidas.
Otro emblema de la ciudad, pero esta vez del barroco veneciano, es la Basílica de Santa Maria della Salute, que fue construida para conmemorar el fin de la epidemia de peste que asoló Venecia en 1630.
Lo que nos llamó poderosamente la atención, fue descubrir que para llevarlo a cabo tuvieron que rebarle terreno al mar, y para ello, incrustaron 1.156.650 postes de madera.
¡Alucinante!… pensando en el siglo en que se hizo.
Aunque el interior es bastante sobrio con su suelo de mármol policromado y su gran cúpula central hemisférica, podemos disfrutar viendo obras de Tintoretto y Tiziano, y en el exterior, una curiosa textura de claroscuros provocados por la forma de salientes y entrantes que tiene.
Por supuesto, no podemos dejar de ver y cruzar el más famoso y antiguo puente del Gran Canal; el emblemático Ponte di Rialto. Y cómo no, el famoso mercadillo de las calles de acceso que a mediados del s. XV, se amplió con dos hileras de puestos en el mismo puente.
¡Todo un ambientazo!
Unos paseos que nos permitirán observar esos detalles que a “velocidad turística”, suelen pasar desapercibidos. Plantas que trepan por fachadas, relieves de piedra que parecen vigilarte, las bastante comunes mini terrazas que invitan a disfrutar los atardeceres, torres que de repente aparecen en un recoveco…
¿Y desde las alturas?
Subiendo a los campaniles podemos disfrutar de grandes vistas, con las que verdaderamente tomas consciencia de su tamaño real. Venecia no era tan pequeña como parecía.
A modo de ejemplo, comparto las que tomamos desde el campanile de San Marcos o desde el campanile de la Iglesia de San Giorgio Maggiore.
Hablando de los Campaile. En el de San Marcos hubo una experiencia que por gustarme tanto la fotografía, retuve para el momento en que tuviera una cámara de objetivos intercambiables.
No se la marca de la cámara, ni del objetivo, pero aunque todos los aficionados lo podemos intuir, lo que me grabé a fuego es que…
… nunca hay que cambiar un objetivo en un sitio con mucha gente, con prisas y menos, en una escalera.
Aún me duele ver caer el objetivo por la escalera haciendose añicos,
y ver sentarse al dueño en la escalera echandose las manos a la cabeza.
Anecdota aparte, ¿qué más pudimos hacer en Venecia?
Visitar otras islas.
Cierto es que Torcello fue la principal y más poblada de las islas de la Laguna de Venecia durante muchos años, y que Burano, mucho menos poblada, es famosa por el colorido de las viviendas de los pescadores, pero Murano sobresale por su mundialmente famosa artesanía del vidrio, y no disponiendo de tiempo para visitarlas todas; pues blanco y en botella.
Murano es una otra isla “compuesta por islas” menores. En este caso siete que, como Venecia, salvan los canales que las separan con puentes y por supuesto, también ofrecen “otro Murano” que descubrir …
… y además, descubrir que no todo es el vidrio.
Aquí tenemos la Basilica dei Santi Maria e Donato.
Una de las iglesias más antiguas de la laguna de Venecia (s. VII), que dedicada a María, recibió tras su reconstrucción (1.125) el cuerpo de San Donato y los “supuestos” restos del dragón que lo mato.
Con un estilo veneciano-bizantino, se ha quedado como una espinita clavada porque estaba cerrada y no pudimos visitarla. Una pena.
Esmaltados, candelabros, grabados, vidrio soplado… obras muy coloridas y muy imitadas, pero que hoy por hoy, no llegan a la calidad de los trabajos originales de los maestros venecianos.
Una visita interesante, fue la del antiguo Museo del Vetro… que ubicado en el Palazzo Giustinian, nos aportó un más amplio conocimiento del “arte del vidrio” en Murano, y su historia.
Tras este paseo fotográfico por Venecia, no puedo más que ratificar lo que dije al principio.
Venecia es un “gran escenario de infinitas posibilidades, rincones y ambientes llenos de historia…”
Y por supuesto, reconocer que esta visita ha hecho que retome la fotografía y que me planteara el acceder a una cámara que me permitiera “manejar” los ajustes, y si volvía a encontrarme en un escenario como éste, poder sacar “la fotografía que viese”.
Espero que les haya gustado.
Un saludo a todos y como siempre, gracias por la visita.