La Orquesta Mondragón en Las Palmas de Gran Canaria.
En la ciudad se celebraba el 544 aniversario de su fundación, y tras el grueso de la pandemia, cuando ya se abrían de alguna manera las puertas a la normalidad, era previsible que hubiera numerosos eventos de todo tipo y éste, me cautivó especialmente por su esencia, …
… el espíritu de la locura, el desenfado y la alegría que siempre han caracterizado las actuaciones de Javier Gurruchaga y la Orquesta Mondragón.
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Somos coetáneos, y puedo decir que he disfrutado de muchos de sus éxitos en tiempo, pero lamentablemente, “no en forma”.
Me explico.
El vinilo, el cassette o la radio, eran el gran altavoz de la música, y si era buena y te llegaba, te emocionaba hasta que tus piernas y brazos iban por libre. Hasta te atrevías a cantar… por decirlo de alguna manera.
No olvidemos tampoco que la Orquesta Mondragón empezó su andadura en los 70, y de aquella, era como se llegaba a más público. También la televisión, tocándoles la transición hacia el color (cosa que ayudaba), y “verlos hacer” era un plus que podía añadir más o menos valor. En mi caso, fue algo así como decir…
Personalmente, no me gustan las aglomeraciones y menos en lugares cerrados, así que no suelo ir a muchos conciertos o espectáculos. No recuerdo si fue a finales de los 70 o principios de los 80, cuando hubo un concierto en Asturias (creo que en Avilés) al que un amigo me propuso ir. Ante mi negativa, porque se preveía mucha gente, espetó algo así como…
“No es un concierto al uso, es un espectáculo.
Gurruchaga es un verdadero showman”
¡Fue una verdadera locura!
El directo es otra cosa, y si además es en vivo, pues mucho mejor. Lo sabía, lo he experimentado “algunas veces” y no hacía falta convencerme de ello, pero lo de la Orquesta Mondragón…
La cuestión es que ha llovido mucho desde entonces, y no sé si por ansiar esa “nueva normalidad”, pero quise rememorar ese toque de locura, de alegría explosiva con sello propio que los de la Mondragón siempre contagian en sus espectáculos…
… y por supuesto de Pau Álvarez con los teclados, David Pedragrosa a la guitarra junto a Josele Megia con el bajo, y Carlos Mirat en la batería.
Quisiera recordar por un momento a Popotxo (Pedro Ayestarán), fallecido en octubre de 2020. La “voz muda” de la banda y para algunos, el “Baster Keaton” español que, con su gran capacidad gestual e interpretativa, definía junto a Gurruchaga el sello “excéntrico y humorístico” del grupo. Un personaje que permanece en la memoria colectiva de quienes lo pudimos disfrutar.
Bueno amigos, un 23 de junio que culminó con los fuegos de la “Noche de San Juan” tras el concierto, …
¡ Hasta el próximo artículo !