El “Pantheon di Agrippa”, o simplemente el Pantheon, es una espectacular obra arquitectónica romana que terminada en el 125 d.C., se mantiene en pie, y prácticamente intacta, tras casi 2000 años de existencia.
"Il Pantheon di Agrippa"; una arquitectura que asombra.
Supongo que ese hecho junto a la impresionante técnica utilizada, fueron razones más que suficientes para que la UNESCO lo declarase Patrimonio de la Humanidad en 1980. Y eso que, desde el exterior, es grande pero aparentemente ni es tan gigantesca, ni tan espectacular. Más bien vetusta e incluso tosca.
Cuando preparamos nuestro viaje a Roma, una de las obligadas lecturas era sobre el Pantheon, y claro, tenía adjudicado un tiempo para su visita.
Fuimos por la vía “Giustiniani” hasta la Piazza della Rotonda y desde la misma embocadura nos topamos con esta vista.
¡Recuerda! Cuando pinches en una fotografía para verla en grande, aún puedes ponerla en modo pantalla completa.
Se trata de una gran plaza perimetrada de terrazas turísticas, pero que en su centro nos ofrece una llamativa fuente; la Fontana di piazza della Rotonda. Al fondo, nuestro aparentemente poco llamativo objetivo; Il Pantheon di Agrippa.
De la fuente, he de decir que atrae a propios y extraños sobre todo por sus máscaras (sustituidas por réplicas en 1886) flanqueadas por delfines.
Se atribuye a Giacomo della Porta y su aspecto actual viene de 1.711, cuando el Papa Clemente XI encargó colocar en su centro uno de los dos obeliscos egipcios, procedentes del Templo de Ra en Heliópolis; el llamado Macuteo.
Pero sigamos con nuestro tema. El Pantheon.
Realmente, a primera vista se producen unos sentimientos encontrados porque, si bien por un lado llama la atención la presencia de dos estilos muy diferentes en una única construcción, como son el pórtico griego y la rotonda abovedad de carácter romano, de otro lado es manifiestamente sobrio y no parece gran cosa.
A pesar de ello, según nos acercábamos al pronaos, éste aumentaba su tamaño y con sus ocho columnas en la fachada y cuatro en laterales, nos empequeñecía porque 1’5m de diámetro, y 15m de altura… es grande.
Si encima todas las columnas son de orden corintio y realizadas en granito egipcio, con bases de mármol blanco y capiteles de pórfido, …
dejan boquiabierto a cualquiera.
Se trata de un espacio que se divide en tres partes. Las dos laterales terminan en sendos nichos semicirculares en los que, “supuestamente”, estaban las estatuas de Cesar Augusto y Agrippa mientras que la central, termina en una imponente puerta de 7’5m de alto y casi 5m de ancho que da acceso al templo.
Antes de seguir, un detalle donde podemos apreciar los capiteles corintios y que la cubierta está soportada por…
que a su vez se apoyan sobre unos muros que descansan mediante arcos en las columnas, soportando el friso triangular y la cubierta a dos aguas.
¡Impresionante!
Aquí deberíamos dejar que, por un momento, la imaginación nos dejase ver algunas otras cosas como:
Las estatuas de Cesar y Agrippa.
La cobertura original, supuestamente de bronce.
Las puertas originales chapadas en oro y mucho más grandes (12×7,5m). Las actuales son del siglo XV.
Un tímpano en lugar de vacío, con un alto relieve representando la batalla entre gigantes y amazonas… en bronce.
Y ya en un alarde especulativo, si bien era normal que sobre el frontón aparecieran figuras de bronce, en este caso, dicen que pudo haber un águila con las alas desplegadas y lazos que llegarían hasta las esquinas del frontón.
Muy distinto ¿no?
Ni sobrio, ni demasiado sombrío, sino todo lo contrario.
Después de ver el pronaos, toca franquear la gran puerta para acceder a la naos o cela y ahí, viene la verdadera sorpresa.
Cuando lo atraviesas, descubres un enorme espacio diáfano y cilíndrico, cubierto por una gigantesca semiesfera con un óculo en su centro que, dicho sea de paso, aunque no lo parezca, tiene un diámetro de casi 9 m, y una altura, que te deja pensativo por unos segundos entre la incredulidad y el asombro…
¿Cuándo construyeron el Pantheon?
¿…en el 125 d.C.? Así, ¿a pelo…?
Pues sí.
Toda la sobriedad exterior del Pantheon, se transforma en luz y color en su interior.
Ante semejante arquitectura, lo suyo es contextualizarla brevemente para intentar comprender el verdadero valor de esta obra que, insisto, lleva casi 2000 años dando el DO de pecho en plena Roma.
La edificación que vemos actualmente, es una obra encargada por el emperador Adriano al arquitecto Apolodoro de Damasco. Se terminó en el 128 d.C., y se construyó sobre las ruinas de un panteón – mucho más pequeño- construido en la época de Cesar Augusto (s. I a.C.) por orden del general Agrippa para conmemorar su victoria en la batalla de Actium, y con la intención de ser un templo, que diera cobijo a todos los dioses;
Pan “todos” y Theos “dioses”.
El pequeño templo original se terminó en el 27 a.C., pero se destruyó en el 80 a causa de un incendio así que, dado que se mantuvo el nombre, podría pensarse que la intención de Adriano no debió ser “simplemente” construir un nuevo templo, sino reconstruir el destruido, pero haciéndolo mucho más grande y glorioso.
También deberíamos no perder de vista, que estamos en una época en la que “el Emperador” era, a los ojos de los humanos, un Dios (o casi). Por tanto, la simbología en el arte y la arquitectura debía revolotear entorno a la concepción cosmogónica de Aristóteles, y encontrar alguna forma de visualizar los mundos infralunar (lo terreno. Los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego) y supralunar (lo Celeste. El quinto elemento; el éter incorruptible y eterno).
Bien. Ahora que sabemos el momento en que fue construido, y que la computación no era una de sus herramientas, podemos seguir maravillándonos porque la conjunción griego-romana del pronaos, no es la única innovación interesante de este nuevo Pantheon.
Al entrar en la gran sala, con toda seguridad nos sobrecogeremos al sentirnos en un inmenso espacio que, como ya comentamos,…
… está formado por una planta cilíndrica a modo de tonel de 43’44m de diámetro, sobre el que descansa una gigantesca cúpula semiesférica del mismo diámetro, y que culmina en un gran óculo que le da luz a todo el recinto.
Por si fuera poco, un espacio en el que además se puede circunscribir una esfera perfecta de 43m de diámetro en su interior.
¡ Es la mayor cúpula de estas características de la historia !
…hasta que Brunelleschi construyó la del Duomo di Florence, con 45’5m de diámetro.
Anecdota aparte, siempre he dicho que, en el arte y la arquitectura, para valorarla de una manera más intensa hay que contextualizarla social y técnicamente. En este último sentido, es donde esta maravilla de cúpula resulta sorprendentemente innovadora para la época por varios motivos, que creo merece la pena comentar brevemente.
Uno de ellos, es que la cúpula como tal, lo es por dentro y por fuera.
Hasta ese momento sólo existían dos tipos de cúpulas y siempre destinadas a temas funerarios. Una era el Tholos cuyo interior era abovedado y la otra el Túmulo en el que el aspecto abovedado lo tenía el exterior.
Otro, el hecho de que la cúpula sea mucho mayor que las columnas que la sustentan.
Lo propio de la época, era que los edificios circulares sostuvieran la cúpula sobre columnas extramuros y además, que su diámetro fuese igual a la altura de dichas columnas.
Pero esto no es todo. Si nos fijamos en la estructura de la cúpula, veremos una serie de elementos “aparentemente decorativos” distribuidos en cinco filas, y que van reduciendo su tamaño según se acercan al centro de la cúpula, cuya verdadera misión, es reducir el peso de esta haciéndola más ligera y fácil de soportar. Son los conocidos como casetones, que incluso hoy en día se siguen utilizando para aligerar los forjados.
Por último, dado el atrevimiento de hacer una cúpula tan grande, se hicieron dos cosas más para disminuir su peso y facilitar su sustentabilidad…
Disminuir su espesor según gana en altura – parte de unos seis metros y termina en el óculo con poco más de un metro –,
y utilizar un hormigón mucho más ligero obtenido en lugar de con la fórmula clásica a base de ladrillo, con piedra pómez.
¡Espectacular! ¿no?
Sobre todo, si reparamos en el hecho de que la cúpula, en su centro y punto más delicado, no se termina. Se trata de un agujero absolutamente diáfano. El famoso óculo que a todos nos parece chico cuando estamos debajo, pero que 9m… son muchos metros.
Y esta inmensa cúpula, ¿cómo se mantiene?
Veamos ese “tambor” que con sus seis metros de espesor (a base de ladrillo y hormigón), con un esqueleto interno de arcos y contra arcos ocultos distribuye todo el peso de la cúpula, y lo sostiene todo.
Como podemos apreciar en la fotografía anterior, tiene dos partes bien diferenciadas. La parte alta, justo antes del comienzo de la cúpula con la que se fusiona a través de una serie de cornisas, en la que tiene una fila de ventanas de una galería superior, que coinciden con la vertical de los nichos y edículos existentes en la parte baja.
Efectivamente. Hay una pequeña porción del perímetro en la que se mantiene el diseño original con unos huecos algo más pequeños, y entre ellos, una serie de pilastras rojas decorativas… sobre la Cappella Madonna della Clemenza. La cuestión es que durante una reconstrucción llevada a cabo en el s. XVIII, alguien optó por cambiarlas por el diseño que vemos sobre la Tomba Re Vittorio Emanuele II… y el resto del perímetro. Afortunadamente tuvieron sus más y sus menos, y acabaron por dejar una parte con el diseño original.
En lo que se refiere a la parte inferior del tonel -recordemos que de 6m de espesor-, aparecen excavados ocho espacios. Uno al norte correspondiente a la gran puerta, y alineado con él, al sur, un nicho de gran tamaño rematado con un ábside que se corresponde con el actual altar mayor. Perpendiculares a este eje se abren otros dos semicirculares algo más pequeños, y en los ángulos de 45º aparecen otros cuatro, pero esta vez, rectangulares y a modo de exedras. En total, una puerta y siete nichos.
Como podemos apreciar en la imagen, todas ellas se encuentran enmarcadas por dos pilares y tras dos columnas -todo de orden corintio, pero de mármol, no granito como las exteriores- dando continuidad al muro circular, salvo en el eje principal en el que tenemos la puerta y el ábside principal que sólo tienen los pilares laterales.
Ya que estamos, en esa fotografía del costado izquierdo, aparecen -de izquierda a derecha- la Capella S. Giuseppe de Terrasanta, la Tomba Re Umberto I, la Tomba Raffaello Sanzio y de refilón, la Capella del Crocifisso. Pero ojo, no nos olvidemos que los siete nichos, incluían en sus primeros tiempos sendas estatuas dedicadas a los principales dioses de la época (en una figurativa terrena).
A todo esto, hay que añadirle los ocho edículos que hay repartidos por los ocho muros, y…
En cualquier caso, toda esta inmensidad, y la posibilidad de abrir los huecos para las exedras y ábsides que lo conforman, ha sido posible gracias al espesor de los muros, a los seis grandes pilares que ocultan, y al complejo sistema de arcos ciegos de descarga que, si bien en su interior también se encuentran ocultos,
Antes de irnos, dejemos que nuestra imaginación vuelva a hacer un ejercicio visualización en “versión original”…
Los casetones de la cúpula forrados en bronce, aumentando la luminosidad interior.
El mármol multicolor de suelos y paramentos verticales dando color al espacio.
La gigantesca puerta forrada en oro.
Los siete dioses en sus correspondientes nichos… El Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Venus, Júpiter y Saturno, todos en su forma humana.
Imaginemos los nichos iluminados interiormente con una luz indirecta y tamizada, que les llegaba de las ventanas del nivel superior, porque originalmente sobre los nichos no había entresuelo, es decir, llegaban hasta su correspondiente ventana.
Y por último, la luz entrando por el óculo y evolucionando a lo largo del día.
Y más, si analizamos un poco el tema de la iluminación natural, que resulta no ser casualidad. Me explico.
Hay una cosa en la que nos paramos a pensar cuando estábamos allí, y es que si la luz – y por tanto la iluminación- va cambiando según evoluciona el sol a lo largo del día en sentido Este – Oeste, también lo hará de acuerdo con la evolución de la declinación a lo largo del año. Es decir, con las estaciones del año.
Hasta aquí, todo normal. Lo raro, es que el panteón original de Agrippa estaba orientado al sur, dentro de lo normal de la época que era “no orientarlos al norte”, pero al amigo Adriano se le ocurrió llevar la contraria y… no fue por casualidad.
El diseño y la orientación hacen que la luz recorra la parte alta de la cúpula hasta el solsticio de invierno en el que atraviesa el óculo, muy rasante; unos 24º. Durante los equinoccios de primavera (a 48º) y otoño (a 45º) va recorriendo el resto de la cúpula, hasta llegar a entrar en el pronaos a través de la rejilla que hay sobre la puerta. Por último, en el solsticio de verano (72º) cae de plano sobre el suelo.
La precisión era tal, que cada día 21 de abril al medio día, la luz procedente del óculo incidía a 60º y atravesaba por completo la puerta, generando una puesta en escena de esplendor interior entre las imágenes de Augusto y Agrippa. Insuperable. ¿Y qué tenía de especial? Que se conmemoraba el día de la fundación de Roma.
El diseño del Pantheon di Agrippa es puro conocimiento, precisión e intencionalidad… por los seis costados.
Miremos por donde miremos, el Pantheon di Agrippa, nos deja con la boca abierta cuando entramos en detalles, pero también cuando nos quedamos con lo que vemos después de casi 2000 años de existencia, y ese merito, hay que reconocérselo a la iglesia después de que el emperador de Bizancio, el romano Focas, lo donase al papa Bonifacio IV en el 608, convirtiéndose en el primer templo pagano que se reconvierte en cristiano.
Constituido como la Basilica di Santa Maria ad Martyres, dejó de ser el templo “de todos los dioses” para representar sólo a uno.
Como vemos en este dibujo de 1670, se le añadieron dos campanarios -conocidos como “las orejas del burro”- (retirados en 1893) y se rellenó de imágenes religiosas y reliquias de mártires anónimos. A partir de ahí, se dedicó ininterrumpidamente al culto, lo que ayudó a que se mantuviera sin “tantas” expoliaciones como las que había sufrido hasta ahora.
Me refiero a que muchos de los materiales de interior y exterior del templo, fueron utilizados en algunos momentos de la historia para otros menesteres. Por ejemplo, cuando el Papa Urbano VII retiró bronce del revestimiento para construir cien cañones del Castel Sant’Angelo ( ver Callejear mirando, es otra forma de ver Roma. ), o cuando Urbano VIII hizo lo propio para construir el Baldachino di Sant Pietro ( ver Basilica di San Pietro in Vaticano ).
Esas cosas no tan buenas que a veces tiene la historia… incluso bajo la protección de la iglesia, porque también el emperador Constante II, entorno a 663, ordenó enviar a Constantinopla todo el bronce que pudo del panteón y de otros edificios romanos.
Salimos por el costado derecho del Pantheon…siguiendo la vía “della Minerva” tenemos otra vista de la Piazza della Rotonda y las ruinas del Porticus Argonautarum que formaba parte de la plaza pública Saepta Julia (26 a.C.) en la que al parecer se celebraban asambleas públicas.
Por cierto, ya en la Piazza della Minerva, encontramos otro obelisco egipcio, llamado “Minerveo”, que no hace pareja con el “Macuteo” de la Piazza della Rotonda. Este pertenece a otra pareja obeliscos procedentes de Sais.
En este caso fue colocado sobre un elefante por orden del papa Alejandro VII. Trabajo que encargó a Bernini.
La verdad es que visto desde aquí, tampoco resulta especialmente llamativo pero si tiramos de imaginación, y visualizamos el exterior con piedra pulida y la cúpula cubierta de tejas de bronce…
Es más, desde lejos, y en las alturas ( Para comenzar, Roma vista desde las alturas ), tampoco atrae la mirada entre tantas cúpulas de otros templos que coronan los techos romanos…
… ¿te lo imaginas cubierto de bronce brillando al sol?
En cualquier caso, ¿cómo no vamos a sorprendernos del Pantheon di Agrippa, cuando el propio Michelangelo dijo de él, que era un…
“Diseño angélico y no humano”?
¿no humano?
Parece que entramos en el…
Pantheon y el pensamiento cosmogónico
…asociado.
Esto me hace recordar que cuando “nos pusimos en situación”, hablamos del aspecto religioso de la época y que cuando hablo de “sentirse sobrecogido”, era un tema de percepción, de emociones. Por eso, resulta especialmente interesante la ya trillada frase de la geometría plana que, dentro de la visión cosmogónica de Pitágoras, dice…
«En la geometría plana, el círculo es símbolo del cielo y el cuadrado de la tierra, y el octógono intermedia entre uno y otro, y a través de él se logra la cuadratura del círculo, la unión indisoluble del espíritu y la materia»
Bien podemos pensar que si entramos en una sala circular cuyas dimensiones, además, permiten imaginar una esfera que ocupa toda la cúpula, y que reposa en el suelo, estaríamos hablando de la esfera celeste. ¿Del mundo supralunar?
La cúpula por su parte (ya interpretada como mundo supralunar), resulta que descansa sobre una estructura cilíndrica (cuasi octogonal por los nichos), a modo de “tonel” que ocupa la mitad inferior del edificio. ¿Podría pretender representar al mundo infralunar?
Y bueno, los cimientos son cuadrados, así que… parece haber una clara intencionalidad para “hacer ver” una conexión entre lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, y seguro que en aquel entonces, bajo la concepción religiosa romana fue un rotundo éxito. En nuestra época, y con una perspectiva nada cosmogónica, simplemente nos despierta emociones; nos sobrecoge.
Por si fuera poco, casualmente el mundo supralunar de las divinidades tienen su representación sobre la esfera celeste perfectamente definida porque, los cinco planetas (Marte, Mercurio, Venus, Júpiter y Saturno) tienen su representación a través de las cinco filas de casetones, representando las cinco esferas concéntricas del sistema planetario antiguo y que encima, van siendo más pequeños… ¿según se alejan de la tierra?
El Sol y la Luna tienen su representación a través del óculo, como única fuente de luz durante el día, y la noche.
Un complejísimo trabajo que establece una puerta de comunicación entre este mundo y el divino, y que une lo físico y lo místico a través de la arquitectura.
La gota que colma el vaso de lo que “pasa desapercibido”, es que el suelo de la cela es ligeramente convexo en la zona central (unos 30cm), de tal manera que logra un efecto visual que enfatiza sutilmente la separación del horizonte terrenal con la esfera celeste. El observador ubicado en el centro, se encuentra “ligeramente” elevado sobre el horizonte perimetral.
Desde luego, no hay duda de la excelencia del Pantheon, ni de que tiene muchas curiosidades por conocer para disfrutarlo plenamente.
Bueno, un gustazo compartir esta experiencia -un poco larga-, y si tienen la oportunidad de visitarlo, hacer que lo puedan admirar “con otros ojos”, sería toda una satisfacción. Espero que les haya gustado.
¡¡Gracias por la visita!!