Nuestra visita a París. Y sí. Tiene un encanto especial.

Escuela Militar, Torre Eiffel

Una visita que siempre está en boca de todos. La ciudad del romanticismo y del arte; una ciudad de ensueño a la que sí o sí hay que ir al menos, una vez en la vida.

Cierto. París es esa ciudad que tiene un encanto especial y que todos sueñan con visitar alguna vez. Nosotros no íbamos a ser menos, así que eso hicimos. Una densa visita que nos ha dejado con la sensación de no haber tenido suficiente tiempo. Hay tanto que ver…

¡Recuerda! Clica en la fotografía para verla a mayor tamaño y en [ ] para pantalla completa.

como este pequeño cuadro que nos encontramos paseando por la Avenida de los Campos Elíseos (Les Champs-Élysées). Dos kilómetros de avenida cuya historia empezó en 1640 y que hoy, a pesar de su frenética actividad, mantiene unos preciosos espacios ajardinados.

Como siempre que visitamos ciudades, una de las principales actividades es pasear. En ocasiones fuera de los “circuitos establecidos” pero en este caso, era imprescindible visitar el llamado “barrio de los pintores”.

Se encuentra en la pequeña colina de Montmartre, de sólo 130m de altura, donde la bohemia parisina se respira por todos sus rincones y callejuelas desde finales del s. XIX; desde los primeros pasos de la “Belle Epoque”.

No hay desperdicio alguno por sus calles empedradas; música, pintura…

Y qué decir tiene, el poder disfrutar de la  Basilique du Sacré Coeur (Basílica Sagrado Corazón) que corona Montmartre. Lamentablemente no pudimos entrar, pero ya desde el exterior y estando en el barrio que está, se intuye un ambiente que bien merece la pena priorizarla en una próxima ocasión. No tanto por antigüedad, puesto que fue construida entre 1875 y 1914, pero sí por su ambiente -muy próxima a la emblemática Place du Terttre- y ya puestos, para conocer la iglesia fundacional de la orden de los jesuitas haya por 1534; la cercana iglesia de Saint Pierre de Montmartre.

No hay que olvidarse del imponente encanto del París nocturno, que puede empezar por el conocidísimo cabaret Moulin Rouge(1889) que encontraremos al pie de Montmartre, o por una cena tranquila en el restaurante Ma Bourgogne de la Plaza des Vosges (la más antigua de París fundada como la Plaza Real en torno a 1612) muy cerca del Sena y de la Place de la Bastille…

o recorrer en solitario la plaza del Museo del Louvre lejos de las aglomeraciones y colas del día.

y como no, un tranquilo paseo a la vera del Sena desde donde contemplar La Conciergerie (o Palais de la Cité) e imaginar su historia como residencia de reyes o como antesala de la muerte… en 1793 se encarcelo a Maria Antonieta. O el Ayuntamiento de Paris (Hôtel de Ville de Paris) e imaginar como sería la “Casa de las Columnas” allá por 1357.

A ver, el Sena no tiene que ser siempre de noche. También de día puede resultar inspirador como cuando llegamos al Puente de las Artes (Pont des Arts) y miramos al Puente nuevo (Pont Neuf)…

… ni “todo” es pasear por París.

Hay muchos lugares que visitar como el Museo D’Orsay, que fue creado en la antigua estación D’Orsay, construida para dar cobertura a la Exposición Universal de 1900 y que ha tenido también su historia, hasta que en 1977 decidieron, sabiamente, esta reutilización.

Como aficionado a la fotografía, no pude dejar de visitar las salas que tiene dedicadas a la fotografía antigua, en las que se muestran revelados originales, daguerrotipos… etc. Punto de obligada visita para los curiosos y amantes de la fotografía. ¡Muy interesante!

Entre todos los lugares que pudimos visitar, quiero destacar la archiconocida Cathédrale Notre-Dame, que siendo terminada en 1345 y desarrollada en estilo gótico en la Isla de la Cité, rodeada por las aguas del Sena, se erige en el terreno donde los celtas celebraban sus cultos, donde los romanos ubicaron un templo dedicado a Júpiter, y donde los cristianos veneraron a Saint Etienne en una pequeña iglesia que después fue sustituida por la actual catedral, en la que se venera a María madre de Jesús.

Se trata de otro importantísimo símbolo parisino y francés que también disfruté fotografiando.

¡Cuánta historia tienen estos sitios!

… y menudas sensaciones se tienen cuando se visita su interior.

Lamentablemente, recibió un duro golpe en abril de 2019.

Notre-Dame en feu
By GodefroyParis - Own work, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Se produjo un gran incendio que provocó importantes daños estructurales, y en diversos elementos de gran valor artístico e histórico. Incluso perdida de algunos símbolos como la característica aguja de la catedral de 93m de altura, que se le incorporó en 1860.

A pesar de ello, hay que ser optimista y recordar que muchas obras arquitectónicas (obras de arte incluidas) que hoy admiramos, a lo largo de su historia han soportado saqueos, guerras, fenómenos naturales destructivos, incendios… y han sido reconstruidos y/o restaurados. Incluso en ocasiones no una, sino varias veces.

Notre Damme no iba a ser menos. Lo previsto es que el 16 de abril de 2024, en el quinto aniversario del incendio, se celebre una solemne “Te deum” con ella ya reconstruida… y modernizada.

Otra razón para volver a París. Ver la nueva “Notre Damme”.

Otro lugar que bajo ningún concepto puedo olvidar en este artículo, es la imponente Torre Eiffel, que bueno, no es añeja, pero es de obligada visita. ¡El símbolo por antonomasia de Francia, y de París!

Resulta que el poder verla, ha sido pura suerte porque en sus inicios, se diseñó para durar 20 años y ser desmontada. Sin embargo, el propio Eiffel quiso utilizarla para hacer algunos experimentos en el ámbito de las telecomunicaciones, empezando con las primeras pruebas de radiocomunicaciones en París, seguir con comunicaciones militares… y después, radio y televisión.

A estas alturas, ya no solo es un símbolo que representa a París en particular y Francia en general, sino que es considerado el lugar más visitado del mundo. Tiene una interesante historia que se puede ver en este enlace.

Nosotros la visitamos varias veces, y no podían faltar las fotografías de su fabulosa estructura metálica de 7.300 toneladas de metal, y 2.500.000 remaches que hay que poner en valor. Pensemos por un momento que se ha construido con la tecnología de 1.887, y no es lo mismo que ahora.

De obligado cumplimiento, subir a ver las vistas que desde lo alto, se pueden disfrutar a pulmón lleno. Aquí dejo la vista del Trocadero y de la Escuela Militar.

No dejamos de verla desde otros muchos puntos de la ciudad, pero nos llamó especialmente la atención desde la plaza de la Concordia, tras la Fuente de los Mares.

Una imagen con la que me he permitido cierta licencia creativa.

Para la última visita, no se nos ocurrió mejor día (…noche) que el último de nuestra estancia, y después de haber visitado el Palacio de Versalles. De vuelta para el hotel, mi mujer pensativa dice…

“La torre desde el Trocadero va a quedar muy bien ¿vamos?”

…y nada, a buscar la forma de llegar. Fue tarde, sobre la una de la madrugada, pero….

¡Cuanta razón tenía!

Respecto a la salida al Palacio de Versalles (Chateau de Versailles), he de decir que nos perdimos algunas salas porque sus contenidos se encontraban en exposiciones por el mundo…, pero lo que pudimos ver, sobre todo desde el punto de vista arquitectónico, nos gustó mucho.

Especialmente atractivos nos parecieron sus jardines…

…y el Carro del Sol en el estanque de Apolo, realizados entre 1668 y 1671 digamos que para alimentar el ego (…representar…) del rey Luis XIV de Francia, también llamado Rey Sol, que deseaba se le relacionase tanto con el astro rey como con Apolo, el dios griego que lo personalizaba. Así que simplemente dio orden, y aquí lo tenemos, en los jardines de su gran palacio.

También hay un lugar especial en los jardines, y que se conocen como los Dominios de María Antonieta. Se trata de unos terrenos que regaló Luis XIV a su esposa, María Antonieta.

En ellos, tenía un pequeño palacete; el Petit Trianon.  Sin embargo, y con el fin de mantenerse alejada y descansar de la vida social de la corte, ordenó construir un pequeño poblado al que poder acudir para desconectar y vivir más sencillamente.

¿El resultado?

 “La Aldea de María Antonieta”. Un enorme espacio en el que junto a sus damas de compañía e invitados podía acercarse a un entorno rural controlado, es decir irreal e idealizado.

Ir hasta la aldea fue un agradable paseo que, aunque evidentemente no era la mejor época -mejor en primavera-, su encanto sugirió un tipo de fotografía distinto…

Una de las construcciones a la orilla del lago me llamó poderosamente la atención. La torre de Marlborough. Una torre con una curiosa historia.

María Antonieta mandó construir esta torre como agradecimiento a Madame de Poitrinesolía, porque en la atención del Delfín Luis José, no dejaba de cantarle entre otras, la canción de cuna francesa “Malbrough s’en va-t-en guerre” (Mambrú se fue a la guerra). Lo hizo hasta tal punto, que la propia María Antonieta la tatareaba, con lo que se hizo muy popular.

¿Curioso verdad?

Bueno, queda claro que el viaje a París ha merecido la pena y fotográficamente, fue muy inspirador.

Espero que haya resultado entretenido, y sobre todo, que despierte la curiosidad por mirar algo más allá de lo que permite un simple vistazo. Siempre hay una historia detrás por descubrir.

¡Gracias por tu visita!

 

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